Porque se le conoce su derroche sentimental, a Vigil se le pide que haga un análisis lo más aséptico posible sobre el seleccionado de hockey con vistas al Mundial. «Me mataste», dirá al final de la nota, por el pedido explícito de que no se dejara llevar por el amor hacia sus Leonas.
En su versión más neutra y desapasionada (aunque le cueste), el DT arranca: «Volví muy contento y tranquilo de Nottingham, en donde presencié el Champions Trophy. Claramente veo a dos equipos, la Argentina y Holanda, muy lejos del resto desde lo táctico, técnico, físico y mental. En ambos seleccionados continúa el surgimiento de jugadoras, mientras que a los demás les cuesta muchísimo crear desde sus canteras; directamente no aparecen. Luego de este último tramo de preparación, nuestro seleccionado le sacará la distancia necesaria a Holanda para ganar el Mundial con muchísima autoridad».
¿Cuáles son hoy los puntos fuertes de la Argentina?
Es el equipo que mejor presiona, y hablo del pressing incluso en el aspecto mental, lo que le abre infinidad de posibilidades de ataque. El único que puede controlar ese vértigo es Holanda porque es capaz de sacarle la posesión en muchos momentos. La Argentina dispone hoy de 18 jugadoras que cuando se hacen cambios, las que entran mejoran el juego. Además, sumó una cantidad increíble de partidos internacionales. Un ejemplo es Mariela Scarone, que con sólo dos años de selección ya acumula 50 encuentros.
¿En dónde ves las falencias?
En un Mundial de hockey, uno de los ejercicios de un conductor es analizar a tu propio equipo como si fueses el rival. Desmenuzarlo con los ojos de un holandés, un alemán, un chino, un australiano. En la primera mirada no aparecen defectos, pero sí los hay. Es un seleccionado hiper-vertiginoso y lo que debe tener es velocidad, no vértigo. Si un conjunto es capaz de jugar a distintas velocidades, provoca variantes de ritmo y, por consiguiente, rompimientos. En cambio, el equipo cuya mayor condición es el vértigo te puede demoler, pero no sorprender. Si el rival no tiene herramientas para enfrentarte, vas a ganar. Aunque frente a un equipo similar, el vértigo puede ser un enemigo muy grande porque genera ansiedad. La velocidad implica un desarrollo cognitivo; el hecho de preguntarse: ¿A qué velocidad juego? Si la Argentina reconvierte lo vertiginoso en lo veloz, puede ser muy interesante. Lo conseguirá en estos últimos entrenamientos.
¿Cuál es tu fórmula para preparar a un equipo?
Prepararse significa «pararse antes». A veces se dice: «Hoy no podemos perder». Y eso no es preparar un equipo: hoy sí podemos perder. Y también podemos ganar. ¡Queremos ganar! Y como queremos ganar, tenemos que considerar tanto nuestras fortalezas y debilidades como las del oponente. ¿Qué quiero decir con esto? Que si la Argentina está preparada para detectar la más mínima falencia que puedan encontrarles sus adversarios, podrá trabajarla y corregirla. En el Mundial de fútbol de Sudáfrica, España no estaba preparada para que Suiza le haga un tanto. Atacaba y decía: «ya va a llegar el gol, ya va a llegar el gol». Pero no estaba lista para asimilar el contragolpe de un rival. Después, lo solucionó.
¿Cómo evaluás el córner corto de la Argentina?
Creció muchísimo más allá de la efectividad de Barrionuevo. Además de Noel, el equipo dispone de las opciones de Rebecchi, D´Elía, Burkart y los desvíos de Gulla, Merino y Luchetti. Me encanta la solidez de nuestro córner porque no depende de una sola jugadora, sino del esquema global. Así, las individualidades rinden mucho más. Por otro lado, es buenísima la versatilidad del equipo para desplegar distintos sistemas de juego en pleno partido, algo que al resto de los equipos les incomoda hacer.
¿Qué papel juega Luciana Aymar en todo este esquema?
Hay que tener muy en claro que ella desequilibra el partido, pero no lo conduce. Es una artista y, como todo genio ciclotímico, tenés que darle una hoja en blanco para que pinte. El peor rótulo que puede dársele a este equipo es que sea Aymar-dependiente. Por sus características emocionales, a Lucha no hay que cargarle esa mochila de conductora. Justamente, una de las cosas que me encantaron en Nottingham es que el equipo no dependió de ella. Cuando un conjunto cuenta con poder colectivo, las individualidades están mucho más protegidas y tienen mucho más lugar para expresarse. Cuando me tocó dirigirla no le cargaba el peso del partido; sí acciones favorables para su juego, que es diferente.
¿Cómo influirá el público en Rosario?
No va a traer problemas porque éste es un equipo que se potencia ante la gente. Pero el cuerpo técnico del Chapa Retegui ya considera varias cuestiones, según lo que vivimos allí en el Champions Trophy 2004. Me acuerdo que yo decía: «Chicas, se firma hasta el último autógrafo», pero todo eso, al igual que el contacto tan cercano con los familiares, produce mucho desgaste. Desde que termina el partido hasta que el plantel regresa al hotel son tres horas. Aparte, nunca falta el amigo que dice: «¡Ehh, a vos no te pusieron!», «¡A vos no te la pasan nunca!» o «¡Pero vos la tenés que romper porque sos Lucha, tenés que ser la mejor del torneo!» Esas cosas van condicionando. Cuando jugás un Mundial afuera, esa revolución como local no la vivís. Una cosa es leer los diarios en Internet, otra es que los tengas ahí a mano. El otro punto que cambiaría respecto de 2004 es que si alguna piensa retirarse del seleccionado, que lo anuncie en el último partido. Si no, es un peso emotivo extra.
¿Cuál es tu íntima convicción?
Sé que las Leonas van a levantar la segunda copa del mundo, aunque antes vamos a levantar otras copas, la de hacer estallar el estadio. ¿Nuestro hockey podía imaginarse que no alcanzarían las entradas y que debían agregarse lugares? Bueno, eso también es un campeonato del mundo logrado. Lo más importante es que la gente se sienta identificada, pero más que por los títulos, por la conservación de los valores y la esencia.
Fuente: canchallena.com