Jugar a sentir.
A eso deberíamos apuntar. Debería ser ante todo una demanda de autocrítica constante. Que nos toque en lo mas intimo de nuestras fibras existenciales y motrices. Que sepamos para qué estamos ahí y que además de aceptarlo como un partido, sepamos que es algo mas. Que está bien la dieta. Que está bien la corrida de más. Que está bien la pegada. Pero que además de eso.
Además de ser un conjunto de músculos y tácticas, también somos un conjunto de emociones que, de no estar bien direccionadas, pueden devenir en un equipo o un aspecto individual que tiene todos los condimentos pero que, en cierta manera, le falta la olla donde poder terminar la cocción. A qué voy con esto.
A que podemos tener todo. Los mejores jugadores. La mejor ropa. El mejor entrenamiento pero si no sentimos lo que estamos haciendo, todo eso que tenemos no es nada. Y hablo de sentir como lo mas primordial antes de cualquier meta porque si no estas seguro de dónde estas pisando y por qué, cualquier falencia externa va a derrumbar tu estructura de jugador sin complementos.
Porque sin tener un sentido sos un jugador incompleto. Y no importa que me tires por la cabeza clubes de alto nivel con miles de espacios diseñados para hacer de la persona el mejor deportista. Porque si ese al que apunta y llena de maquinas, pelotas y arcos no tiene ganas no va a poder lograr nada. Solo si hay voluntad hay una forma.
Solo si esa voluntad es sentida hay un modo, sino no hay absolutamente nada. Hay que empezar a crear un método de enseñanza que hable de perder. Que hable de poner el cuerpo física y emocionalmente. Que hable de ganar. Que hable. Porque cuando solo al pibe lo educamos para que gane, cuando se caiga, no va a saber que hacer.
Y del otro lado de la tribuna vamos a seguir teniendo al que grita que se vayan todos cuando las papas queman. Hay que jugar a sentir. Pararse en el medio de todos esos sentimientos y repartirlos.
Tirar todos para el mismo lado una vez lograda la hazaña de que la nena a la que entrenas entienda que es mejor aprender de los errores y saber que se puede estar en los dos lugares que solo buscar que aprenda a tener razón. Tener la posta no siempre es el mejor camino.
Porque en el nombre de eso se han cometido los peores crímenes. No dejemos que otra vez la agonía de lo que pensamos justo termine por destruir la base fundamental de cualquier persona logrando que antes de hacer sienta.
Lo que elegís te define. Lo que sentís hace que eso que elegiste se vuelva magia. Ojalá te cruces con personas que entiendan el concepto deportivo como un todo.
Seamos la raíz para que el que nos ve sienta que puede florecer sus virtudes y pulir sus defectos con total comodidad.
Seamos libres cuando enseñamos para que el otro crezca.