La mejor jugadora de la historia se confiesa antes de encarar su último año con Las Leonas. En Londres 2012 llegará el final.
Después de su entrenamiento personalizado, se sienta en la confitería del club Vilas, pide una ensalada César y se inmiscuye en la charla tranquila con Clarín en una tarde soleada en la que la brisa deleita. Luciana Aymar, sin cassette, reconoce: “Cuando terminó el Mundial 2010 me puse a pensar en 2012. Sabía que iba a seguir jugando, pero no lo quería decir”.
¿Y cómo esperás otros Juegos Olímpicos?
Es impresionante lo que rodea a un Juego: estar en la villa, con tu bandera, codearte con los mejores y saber que todos los argentinos tiramos para el mismo lado. Se crea una mística linda.
¿Qué escenario imaginás para Londres con Las Leonas?
El hockey está cada vez más parejo. Para ganar los Juegos Olímpicos tendremos que estar muy bien mentalmente. Si estamos motivadas y con fuerza mental, todo puede ser posible. Tenés que ir detrás de un objetivo y cerrar los ojos. En cuanto dudás, es preferible que no estés.
¿Pueden soñar con el oro?
Argentina tiene jugadoras extraordinarias. Hay que tener tiempo para buscar la química justa porque después del Mundial se fueron jugadoras con mucha experiencia.
Inevitablemente en 2012 habrá que hablar de tu retiro. ¿Te pega?
Dejar de jugar va a ser muy difícil para mí. Mi vida es el hockey, entrenarme, vestir la camiseta argentina. Voy a tener un vacío. Abandonar de un día para otro será difícil.
¿Pensás en el después?
Hoy me preparo exclusivamente para los Juegos Olímpicos. No me interesa qué pase después.
¿Es para tanto?
Vivo el día a día. Lo más probable es que no quiera hacer nada, ja, ja. Pero en un futuro estaré ligada al hockey.
En Guadalajara lloraste de tristeza. ¿Cómo lo viviste?
Apenas terminó el partido con Estados Unidos me angustié mucho por no haber podido cumplir el objetivo del año. Perdimos un partido y no íbamos a los Juegos. Me preguntaba: “¿Cómo puede ser que hayamos perdido después de entrenarnos 10 veces por semana, cuando Estados Unidos se habrá entrenado tres veces?”.
¿Y qué razones encontraste?
Veníamos de cambios de preparador físico, del desgaste del Champions Trophy y encima los Juegos Panamericanos te juegan en contra porque no hay dificultad en los partidos previos a la final.
¿Les costó ese cambio mental ante Estados Unidos?
No cambiamos el chip que teníamos de los partidos anteriores. Además, siempre fuimos perdiendo y eso nos mató. Sentía que nos costaba y que no podíamos concretar. Estados Unidos estuvo muy bien parado y a Sole y a mí no nos dejaron tocar la bocha. Pero si jugamos cinco veces más, por ahí les ganamos todas.
Después de la angustia inicial, ¿cambiaste de sensación?
Me dije: “Se podía perder”. Y enseguida me puse a pensar en el Preolímpico porque a Londres había que clasificar de cualquier forma. Encima fue duro estar llorando en México y que los periodistas nos dijeran: “Tranquila, que clasifican igual por ranking”. Nadie nos había avisado de esa posibilidad, pero igual la dejamos a un lado.
Hasta que se oficializó.
Y fui feliz. Me saqué el Preolímpico de la cabeza y llegaron la paz y la tranquilidad.
¿El equipo perdió humildad, como se dijo?
No estoy de acuerdo. No creo que al equipo le haya faltado humildad, pero respeto las opiniones. Nos entrenamos como siempre. Quizá lo que uno comete es un error inconsciente: ganás un Mundial, lo mejor que te puede pasar, y te relajás un poco porque necesitás relajarte. A eso no lo llamo falta de humildad.
Ustedes revolucionaron el deporte y siempre les exigirán más. ¿Cómo sienten ese exitismo permanente de la gente y del periodismo, como ocurrió después de Guadalajara?
Lo de los Juegos sirvió. No hay mal que por bien no venga. Pero hay que entender que no vamos a ganar todo lo que juguemos. Esa es la mentalidad que debe existir, no la de este año en la que parecía que había que ganar.
Fuente: Clarin