Son una de las familias más jóvenes del planeta hockey de la provincia de Mendoza; fanáticos de Andino, los Manfredi, con Marcelo como estandarte del buen juego, han sabido conquistar lauros importantes en esta disciplina de la bocha y el stick.
El Matador es casado con Eva Lorena González, una arquera que se las trae y que en la actualidad sigue atajando en la Primera de damas del club Andino.
Eva Lorena y Marcelo tienen tres hijos: Germán (19), Agostina (15) y Martina (12) y como corresponde son hockistas y del Andino: “Acá no se permiten traiciones y todos tienen que ser azules de alma y corazón”, dice el ‘nueve’ del Eterno Campeón.
Marcelo Manfredi a los cinco años fue uno de los fundadores de la escuelita de hockey en el Andino Tenis Club. “Era 1983 y en la escuela verano del club se les ocurrió ampliar a hockey. En ese momento nadie sabía qué pasaría y como mi viejo era socio del club empecé a ir”, contó el delantero del primer equipo del club del cóndor.
“Andino alquilaba la cancha del club Los Cóndores, cerca del aeropuerto; solamente había Primera de caballeros y las damas tenían algunas divisiones más”, recordó Manfredi.
Lo increíble que el niño Manfredi se destacó pronto entre sus compañeros, uno de ellos Gustavo Sánchez, que es de los pocos que siguen jugando al hockey. “Me pusieron en Sexta; antes se mezclaban las edades, había muy grandes y muy pequeños y lo mejor fue que a los 15 años ya jugaba en primera”, recordó emocionado Marcelo.
Mientras Marcelito era pequeño a varios kilómetros de ahí en el club Marista, Eva Lorena González daba sus primeros pasos en este deporte, que le serviría luego para conocer a su futuro marido. “Cuando era chica era socia de Regatas donde realizaba varios deportes pero ninguno me encantaba. Mi hermano jugaba al rugby en Marista y cuando lo llevábamos con mamá, yo veía a las chicas entrenar hockey, y le pedí a mi mamá, que me llevara (…); en ese momento se entrenaba en la Villa Maristas y tenía 8 años”.
“En Marista -agregó Eva- empecé a los 10 años a atajar contra mi voluntad. Es que una de las veces me tocó por sorteo porque no teníamos arquera y desde esa vez me dejaron; en poco tiempo me subieron de división y así comencé a jugar en equipos, donde mis compañeras eran más grandes; recuerdo haber sido chica y atajar para la Primera.
El tema surgió cuando cambiamos de entrenador, él no me dejo jugar más en ninguna división y así pase un año en el banco sin poder jugar. En un viaje del seleccionado me ofrecieron cambiarme a Andino y así jugar en Primera. Fue entonces que me cambié porque quería practicar. A los pocos meses de jugar en Andino conocí a Marcelo quien es el amor de mi vida”.
Eva Lorena jugó todo el año 92 en el Andino y “en el 94 nos casamos; nos habíamos puesto de novios el 92. Llevan juntos más de 22 años”.
“Si hay algo que le debo agradecer al hockey es mi familia; nos casamos muy jóvenes y tuvimos nuestros tres hijos. Al principio ninguno quería jugar al hockey; las nenas hacían gimnasia artística, los tres eran buenos en sus deportes, pero nuestro sueño era que jugaran al hockey, aunque nunca los presionamos”.
“Las nenas un día para el otro nos pidieron que las lleváramos y así es que empezaron a entrenar y será que la pasión por este deporte que llevamos Marcelo y yo fue transmitida a ellos y hoy es una forma de vida de toda la familia. Nosotros les decimos que lo más importante es el estudio, inglés y hockey; ninguno es negociable”.
Pero la historia de la familia hockista no estaba completa. Germán Manfredi, el hijo mayor de esta historia, no era jugador de hockey.
“Él empezó a jugar futsal en Regatas, era muy bueno y después lo llamaron para las inferiores de Godoy Cruz en fútbol de once. Estaba muy contento, pero el drama fue que no le daban los tiempos y horarios para entrenarse y concurrir al colegio, así que hubo un año en que practicó fútbol y hockey, pero a la siguiente temporada se abocó por entero al hockey” apuntó el Matador.
Eva Lorena cerró: “Un gran sueño es llegar a jugar con mis hijas y como son delanteras, festejar un gol con ellas como lo ha vivido Marcelo. No sé lo que se siente, pero el verlos me conmovió”.
Fuente: Gonzalo Tapia para Los Andes
Foto: Andrés Lavorante para Los Andes