Adivinar qué cosas pasan delante de esos ojos celestes cada vez que se emocionan es tan difícil como condensar su historia en estas líneas. A pocas horas de su retiro definitivo de Las Leonas, a Ayelén Stepnik se le escapan las lágrimas más de una vez durante la entrevista. Y no es para menos, es que ante las Germanas ingresará unos minutos a la cancha en el partido en el que sus ahora ex compañeras disputarán con Alemania y se pondrá la número 6 por última vez.
Y aunque se sonroja cada vez que le toca ser el centro de atracción, tendrá su merecido homenaje, en un deporte del cual se alejó oficialmente el año pasado. Será apenas una retribución frente a los 15 años en que vistió la celeste y blanca. Por eso, al tiempo que los recuerdos de su extensa trayectoria se le escapan por todos lados y generan la fusión extraña de la alegría y la tristeza por el adiós, hay satisfacción. Ese que ocasiona el deber cumplido.
¿Te sorprendió que quisieran hacerte un homenaje?
Un poco. Cualquier deportista sueña retirarse de esta manera, pero nosotras no estábamos acostumbradas. Muchas jugadoras que han hecho historia en el hockey se fueron sin haber tenido un reconocimiento. Y que yo tenga la suerte de retirarme así, en mi ciudad, es gratificante.
¿Cuándo notaste que se acercaba el retiro?
A comienzos del año pasado tuve la alegría de que me volvieran a convocar a la selección. Era un desafío. Pero después de estar 6 meses viajando a Buenos Aires di un paso al costado. Porque las cosas que hago trato de disfrutarlas y que me generen placer. Lo había hecho durante 15 años y ahora me pasaba que cuando entrenaba tenía más ganas de volverme a casa. Me llevó algunos meses la decisión. Pero cuando la tomé sentí alivio.
¿Entonces cuando arranque el Mundial de Rosario no te van a dar ganas de estar adentro de la cancha?
No, porque tuve la posibilidad de hacerlo y dije que no. Mucha gente me dice: «Falta poco, seguí que vas a llegar» y uno internamente sabe que no. Esas son las pequeñas cosas que vas percibiendo y que está bueno reconocer para dar un paso al costado.
En algún momento quedaste afuera de la selección, ¿cómo te afectó?
Una vez estaba jugando un torneo en Quilmes, con Cacho (Vigil) como técnico, y yo no agarraba una. Como él con una sola mirada se daba cuenta si estabas bien o no, me dijo: «Aye, ¿te querés ir unos días?» Acepté y me volví a Rosario. A los 15 días regresé aliviada. Lo que pasa es que el deportista ante todo es una persona y su rendimiento se ve influenciado por cómo se encuentra. Y quizás no era mi mejor momento en la época en que Gaby (Minadeo) me sacó de la selección. Por eso su decisión fue respetable.
Y hoy si mirás para atrás, ¿con qué cosas e gustaría quedarte?
Con haber vivido representando a un país, con todo lo que eso significa. El haber sido una privilegiada a la que le tocó estar en un seleccionado. Fue una etapa hermosa de mi vida. Y hoy empezará otra. El deporte es muy especial y cuando formás parte de un grupo esa unión te genera amistades que perduran toda la vida. Son relaciones sanas, lindas. La gente también es una de las cosas que más rescato, y no sólo en los 15 años de selección sino desde que empecé a jugar al hockey en Uni. Después de todo, la vida es eso: te alimentás de afectos.
Así, Ayelén Stepnik se saca la camiseta por última vez y la pone a resguardo, junto a los mejores recuerdos. En alguna entrevista Ernesto Sábato dijo que sólo los grandes e insobornables artistas son los herederos del mito y de la magia. Y aunque el deporte no sea un arte ni los deportistas, artistas, también hay quienes por su legado y condición humana merecen esos reconocimientos especiales. Como este.
Sobre Luciana
¿La figura de Lucha Aymar juega un papel especial en tu carrera? No sólo fueron compañeras de equipo, sino que son grandes amigas.
Más allá de si es la mejor del hockey o no, yo tengo una gran amistad con ella. Valoro muchísimo cómo es como persona. Con Lu hemos viajado por todo el mundo y ha sido un apoyo grande y un gran sostén. Nos hemos acompañado mutuamente, porque al principio pasamos momentos duros. No era fácil a tan temprana edad viajar solas a Buenos Aires, dejar a nuestras y los afectos. Y nos hemos acompañado no sólo en lo que tiene que ver con deportivo sino con las cosas que nos pasaron en la vida.
Tener su compañía debe haber sido fundamental.
Sola no sé si hubiese durado tanto tiempo en la selección. Y de por sí no sé si es porque formé parte de un grupo que me cuesta hacer las cosas sola. Me gusta compartirlas y apoyarme en la gente que tengo al lado. Eso es lo lindo. Por eso yo sentía que cada logro que compartíamos, cada vez que nos llamaban de la selección, era una gran felicidad. Disfrutaba poder viajar juntas, ya sea en una combi o en un avión. Recuerdos que nos poníamos de acuerdo en quién llevaba el termo, la ropa, los parlantes y la música a los viajes. Compartimos la habitación muchísimos años y vivimos momentos divinos más allá de lo deportivo. Fuimos como hermanas.
Fuente: LaCapital