A casi 15 años del primer rugido, la leyenda continúa…
La leyenda comenzó a gestarse hace casi 15 años. Exactamente, el 18 de septiembre de 1993. Ninguna protagonista de la época podría haberse imaginado este presente. Fue en Terrassa, una ciudad española. Allí, el seleccionado argentino juvenil de hockey sobre césped femenino se consagró campeón mundial junior al derrotar por 2-1 a Australia en la final. Tras el regreso al país, el equipo participó de un programa especial de TN Deportivo , el único medio audiovisual que registró semejante logro. Dirigido por Rodolfo «Chiche» Mendoza, aquel plantel presentó a Vanina Oneto, Anabel Gambero (las goleadoras en la victoria clave), Ayelén Stepnik, María Paz Ferrari, Sofía Mackenzie, la arquera Mariana Arnal y Magdalena Aicega, la única que ha completado el recorrido hasta Mönchengladbach 08. Hoy es la capitana de las Leonas y ayer levantó el Champions Trophy, la competición anual más importante de este deporte.
Es el primer título grande desde el Mundial de Perth 2002, acaso el punto culminante de un ciclo extraordinario que, lejos de terminar, se ha renovado con otras protagonistas. En el actual equipo de Gabriel Minadeo conviven cuatro generaciones de jugadoras, tomando en cuenta los Mundiales juveniles. En Terrassa 93 estuvo Aicega. En Corea 1997, Argentina terminó 3» con la presencia de Mariana González Oliva, Alejandro Gulla, Mariana Rossi, María de la Paz Hernández, Soledad García y Luciana Aymar. En Buenos Aires 2001, el equipo fue subcampeón tras perder una increíble final ante las coreanas. Ante más de 5000 personas en el Estadio Nacional de Quilmes, ganaba 2-0 a los 11 minutos, pero le empataron y luego cayó en los penales.
El torneo mostró al primer equipo nacional federal del hockey femenino con 12 de las 18 chicas surgidas y reclutadas en el interior. Se notaba un claro contraste con la lista anterior de 1997, repleta de jugadoras hechas en la Capital y el Gran Buenos Aires. Ya se había establecido un sistema de concentraciones en diferentes puntos del país para salir del típico esquema metropolitano. De aquel plantel se destacan García (sí, jugó dos mundiales junior), Mariné Russo y Claudia Burkart, actuales baluartes de la mayor.
En Chile 2005, el equipo se bajó del podio. Terminó quinto, pero les aportó a las Leonas jugadoras como Agustina Bouza, Noel Barrionuevo, Carla Rebecchi, Rosario Lucchetti, Silvina D Elía, la arquera Belén Succi y la salteña Gabriela Aguirre, otro fruto del trabajo de base y detección de talentos en todo el país. La mirada de corto plazo había sido frustrante, pero, sin dudas, se cumplió con el principal objetivo de un seleccionado juvenil: nutrir al equipo mayor. En el hockey, la «junior» sigue siendo una categoría formativa. De las 18 campeonas de Mönchengladbach, sólo dos no pasaron por mundiales juveniles: la arquera Paola Vukojicic y la defensora Mercedes Margalot, ambas con diez años de experiencia en la grande.
Conseguir para TN aquellas imágenes de Terrassa 93 había sido una misión casi imposible que sólo mi amigo Juan Yankilevich logró cumplir exitosamente. La espectacular goleada ante Alemania en la final del Champions Trophy será difundida por todos los noticieros de información general. El partido fue transmitido por ESPN+. La televisación en directo ha acompañado cada hazaña de las Leonas desde el Mundial de Utrecht 1998. Hace diez años que las chicas (y las mamis que también juegan) ven por tele cada triunfo. Y esto es fundamental para entender por qué ha explotado el hockey femenino. ¿Sabían que la Argentina fue subcampeona en Mandellieu 74 y Berlín 76, los dos primeros mundiales de este deporte? Apellidos como Mac Cormick, Taylor, Mastripieri y Medici suenan lejanos.
Sin embargo, la revolución de las Leonas no se explica sólo desde la revolución de las comunicaciones. No había en la Argentina un equipo femenino con el cual identificarse. Sólo Gabriela Sabatini se distinguía como mujer en la elite. Las medallas de Nora Vega o Andrea González en el patín no llegaban hasta los Olímpicos. Además, las «chicas del hockey» mostraban belleza, carisma, desparpajo ante las cámaras y un profundo sentimiento de pertenencia a la camiseta nacional. Futboleras a pleno, se identificaban con Maradona y no con una «compañera de género», como diría nuestra presidenta. Este vínculo con el fútbol también atrajo a los varones, que no sólo se sentaban frente al televisor para ver «buenas minas» practicando deporte.
Y el éxito, claro. Desde La Habana 91 han ganado todos los Panamericanos. Desde el Mundial de Dublin 94, el equipo no baja del cuarto puesto. Subcampeón en Irlanda, cuarto en Utrecht 98, campeón en Perth 2002 y tercero en Madrid 2006. Compite consecutivamente en el Champions Trophy desde 1999. Nunca bajó del cuarto lugar. Lo ganó en 2001 y 2008 y fue segundo en 2002 y 2007. Subió al podio en los dos últimos Juegos Olímpicos con medalla plateada en Sydney 2000 y el bronce en Atenas 2004. Ya no están Oneto, Stepnik, Karina Massotta, Gabriela Sánchez, Mariela Antoniska, Cecilia Rognoni y Jorgelina Rimoldi, por citar a verdaderas referencias de ciclos anteriores. Por ejemplo, Massotta fue la capitana en Perth y levantó el trofeo mundial.
Tampoco está Sergio Vigil, el creador de las Leonas. Fue suya la idea de identificar al seleccionado con un animal. En Sydney 2000, el equipo estaba obligado a ganar los tres partidos de la etapa final para llegar al match decisivo. Por reglamento, «arrastraban» las derrotas de la primera parte ante Australia y España. Ante la adversidad, el gran Cachito eligió motivarlas y les tiró la propuesta de ponerle un nombre al equipo. Tras las victorias ante Holanda, China y Nueva Zelanda, el seleccionado argentino de hockey sobre césped femenino (larguísimo sujeto, ¿no?) se convirtió simplemente en las Leonas. Las lágrimas de Oneto en plena goleada por 7-1 a Nueva Zelanda son inolvidables. Vanina había marcado tres goles en aquel partido. Hoy, los tres tantos de Alejandra Gulla en la final de ayer ante Alemania reflejan la continuidad de un proyecto, de una identidad.
El logo de las Leonas se estrenó en el Champions Trophy de 2001. También allí, en Holanda, llegó la publicidad de Visa para la camiseta. Entre Sydney 2000 y Perth 2002, las Leonas trascendieron y redefinieron este deporte. «Antes el hockey tenía cuatro líneas en el diario, ahora está en la tapa», me dijo Natalí Doreski, campeona mundial en Perth. Desde entrar gratis en los boliches o firmar contratos publicitarios hasta ser convocadas por empresas para contar sus experiencias, algunas Leonas han disfrutado merecidamente de los privilegios de pertenecer, como diría el slogan de otra tarjeta de crédito…
Sin embargo, las dificultades aún continúan. La cancha del Cenard no está a la altura de este equipo y muchas jugadoras, además de estudiar, trabajan porque la beca no les alcanza. Pero si no debieran superar adversidades, no serían las Leonas. A casi 15 años del primer rugido, la leyenda continúa y sigue vigente. De acá a China…
Fuente: La Nación por Juan Pablo Varsky