Hizo que su vida estuviera relacionada siempre al deporte y a medida que fue creciendo Florencia Zardain fue cumpliendo sueños y metas que ella misma nunca se imaginó. La arquera de Marista y licenciada en kinesiología hizo cumbre en el cerro Aconcagua a los 37 años.
-¿Como nació la pasión por el andinismo?
-Siempre me gusto la naturaleza y la montaña. Y en el 2005 empecé a trabajar en una empresa que hace expediciones al Aconcagua, donde me encargaba de la parte logística y ahí conocía gente
que de apoco me fue metiendo en esto.
-¿La pasión por el deporte te llevó a esta iniciativa?
-Sí, porque soy una persona que necesita estar motivada siempre y creo que el deporte es el complemento ideal para eso.
-Pasaste de estar defendiendo el arco de Marista a llegar a la cima del Aconcagua…
– Algo que nunca me imaginé en mi vida. Tenía un sueño que era subir el Cordón del Plata , desde chiquita lo miraba y les decías a mis amigas que lo iba a subir y así fue. Lo del Aconcagua era una cuenta pendiente porque trabajando ahí, la gente que estaba conmigo me decía que tenía que hacer cumbre.
-¿La primera vez que intentaste hacer cumbre no pudiste?
-El año pasado intente subirlo, pero todo fue muy rápido. El dueño de la empresa donde yo trabajaba me dijo que lo intentará y me aviso un miércoles que salía un grupo, pero cuando estaba en los 6,500 metros. en una parte que se llama La Travesía. me tuve que bajar porque se me congelaron los pies. Había muy mal tiempo. Desde ese día me quedó en la cabeza que tenía que hacer cumbre sí o sí.
-¿Fue dura la preparación para subir?
– No, se fueron dando muchas cosas. Por ejemplo en octubre del año pasado se dio la posibilidad de hacer un viaje al Himalaya para subir una montaña enfrente del Everest y esto hizo que estuviera mucho tiempo en contacto con la montaña.
-¿Cuál fue la parte más dura en el ascenso?
-Hasta las últimas cuatro horas ya lo había vivido el año anterior y no me sorprendió nada. Pero me di cuenta que lo que me faltaba era lo más duro, porque me canse mucho psicológicamente.
Al ver siempre la cumbre se hace eterno. Un agradecimiento aparte para el guía que me fue llevando.
-¿Que se siente estar allá arriba?
– La última dos horas empecé a llorar por que sabía que ya estaba, que iba a hacer cumbre. Todo el esfuerzo que había hecho valía la pena. Es algo que se puede comparar con ganar un campeonato con mi club.
-¿Volverías a subir?
-No lo tengo en mente, pero si subo de nuevo me gustaría hacerlo con mis amigas.
Desafío único
El cerro Aconcagua es el techo de América. Sus casi 7.000 metros son meta, cada año, de andinistas de todo el mundo que vienen a alcanzar su cumbre y a disfrutar de un desafío único.
La imponente montaña tiene dos picos que ofician de cumbre: el denominado Norte, con 6.962 metros sobre el nivel del mar, y el Sur, que está a 6.930 metros sobre el nivel del mar.
Visto desde arriba, es posible apreciar sus límites naturales. Al norte y al este, el Aconcagua limita con el Valle de las Vacas, mientras al oeste y al sur aparece el Valle de los Horcones.