La vida de Soledad García cambió hace 9 meses, cuando fue mamá de Robertina, su primera hija. Desde ese día para las prioridades son otras, pero lo único que no se modificó fue el amor por el hockey. Una de las mejores jugadoras que tuvo nuestro país sigue demostrando su talento en GEPU de San Luis.
Después de tres años, la cordobesa volvió a jugar en nuestra provincia un Torneo Nacional, la última vez había sido con Universitario de Córdoba, su club de toda la vida.
«Estoy feliz, volví a jugar un torneo con otro ritmo y eso me pone muy contenta» comenzó Sole, quien agregó: «Yo estaba acostumbrada a jugar la Liga Nacional con la U y en este torneo me encontré con equipos totalmente desconocidos».
GEPU de San Luis no pudo conseguir el ascenso al Regional G, porque cayó por penales ante UNRC 3 a 1, luego de igualar en cinco. A pesar de que no se pudo conseguir el objetivo, Soledad García se llevó el premio a la mejor jugadora y goleadora.
–Hace 6 años estabas jugando la final del torneo de Holanda y hoy, en la última categoría a nivel de clubes de nuestro país.
–No me doy cuenta. Disfruto de jugar al hockey donde sea. Me preparo, sobre todo en la parte física, que es lo que más me cuesta. Hay una diferencia enorme en todo lo que pasó desde Holanda hasta acá, pero lo más importante es disfrutar adentro de una cancha.
–¿Cuántas cosas cambiaron en tu vida desde que dejaste de estar en Las Leonas hasta ahora?
–Mucho. Si me preguntabas en el Mundial 2010 y te decía que me veía en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Hoy la verdad que soy feliz siendo mamá y disfruto mucho la vida que estoy llevando.
–¿Cómo viviste estar tantos años en la élite mundial y de repente quedarte sin nada?
–Siempre lo digo y hablo con las chicas del seleccionado: nosotras vivíamos en una burbuja y de repente no estás más. Nadie te prepara para quedarte afuera, como me pasó a mí. Y ahí vienen las preguntas, ¿Qué hago ahora? ¿De qué trabajo?.Porque estar en el seleccionado es una forma de vida, donde dejás todo por la camiseta. Obviamente, se puede vivir, le empezás a encontrar valor a otras cosas. Al principio estaba muy enojada por la forma en que se le paga a una jugadora que dio todo por la camiseta. Hoy lo digo yo, pero lo habla, por ejemplo, Maca (Rodríguez) y dice lo mismo y si le preguntás a otra jugadora siempre vas a encontrar la misma respuesta. La gente se acuerda de las jugadoras que jugaron en Las Leonas, pero también hay miles de jugadoras que quedaron en el camino.
–¿Es más difícil siendo del interior del país?
–Creo que el esfuerzo que hace una jugadora del interior es impagable y no sé si la gente que está adentro se da cuenta de todo el sacrificio que hacen para poder estar en el seleccionado. Incluso algunas chicas de Buenos Aires, nos decían: «Si yo tuviera que hacer lo que hacen ustedes, no estaría en el seleccionado». Es una lástima que no se valore ese esfuerzo.
–Pasaron dos años desde tu despedida en San Luis. ¿Entendés porque no se hizo en Córdoba, donde el estadio lleva tu nombre?
–Nunca me interesó. Obviamente me hubiera encantado despedirme en mi provincia. Pero nunca estuve pegada con ninguna línea política. Nunca supe bien qué pasó. A las chicas que organizaron el partido las trataron mal. Un día hablamos en San Luis y en dos segundos se solucionó todo y nos ofrecieron todo. Es una lástima que digan Córdoba, porque no fue toda la provincia.
–¿Volverías a jugar en Las Leonas?
–No, porque mi vida ha cambio mucho. No dejaría a mi hija durante toda la semana. Es hora que crezcan las más chicas. Hay mucha gente que me pide que vuelva, pero ya estoy grande para seguir jugando en el seleccionado. Me gustaría más que la gente se sienta más representada por las jugadoras actuales. Las fanáticas siempre comparan a Las Leonas más grandes con las más chicas y eso no es bueno. Hoy el equipo tiene referentes muy importantes como Delfina Merino y Carla Rebecchi.
Antes de finalizar la nota, le traen a Robertina, su hija, quien sonríe feliz. «Ella es todo para mí» dice la cordobesa con un dejo de emoción. La cuida como una Leona.