Parece una línea de diálogo de telenovela: «Carlos José, disfrutá», le aconsejan sus padres. Y Carlos José, que es Retegui, vibra por ser el timonel de las Leonas a tres días del debut ante Sudáfrica en el Mundial de hockey. El Chapa es un dique desbordado de entusiasmo, un hombre pasional que, aún con todo su derroche de energías desde la dirección técnica, logró ubicar al seleccionado en un punto de equilibrio. Pero siempre jugando con los bordes, parado sobre el abismo: «Llevamos al equipo al límite en todo sentido: emocional, físico, mental, de hockey. Cuando uno cree que no puede más, siempre puede más. Cuando estás exhausto, con ganas de abandonar, tenés que seguir. Y eso que llevamos a las jugadoras a que resuelvan situaciones muy difíciles de manera intencional, ¿eh? Porque este equipo siempre puede más. Esta es una convicción de todos nosotros: no tenemos techo».
¿Pero estás tranquilo?
Muy tranquilo. Sabemos que este Mundial va a ser muy difícil pero nos preparamos para eso, con 12.500 personas mirándonos en el estadio, entradas agotadas y la gente que se te cuelga del micro. Soñamos con que -te voy a decir esto y se me pone la piel de gallina- del 29 de agosto al 11 de septiembre el equipo juegue el mejor hockey de su historia. Como dijo Barack Obama hace unos días: «Quiero ese problema».
¿Cómo jugará la Argentina?
No iremos en contra de la esencia por el hecho de que el torneo se juegue acá: hay que ser ultraofensivos; nos harán goles pero siempre intentaremos hacer más que los rivales y proponiendo ese palo y palo de ida y vuelta. Lo bueno es morir con la convicción de uno. Y lo interesante, además, es contar con un cuerpo técnico homogéneo, donde no todos piensen de la misma manera. Que todos razonen en forma individual pero en función de un rendimiento colectivo. Esto mismo le debe suceder al equipo para que cada vez sea mejor.
¿Qué Mundial veremos?
Con muchos goles de desvío y de córner corto, y con pocos provenientes de jugadas de ataque de posesión. Los que amamos el buen juego ansiamos un certamen ofensivo, pero será bastante cerrado para todos; nadie regalará nada.
¿Cuál es la forma de proteger a Luciana Aymar, envuelta en un microclima particular por ser rosarina?
Parece que Dios organizó el Mundial en el jardín de la casa de Lucha . El último entrenamiento que hicimos resultó muy especial, porque fue en el Jockey Club. Cuando traspasamos la puerta le pregunté a Luciana: «¿Soñaste alguna vez que una Copa del Mundo se haría a 15 cuadras de tu casa?» Y me respondió que no, que jamás se lo había imaginado. Hay tantas ciudades poderosas en el mundo en condiciones de organizar un Mundial que vos decís ¿Rosario? Tal vez uno, injustamente, piensa que si el Mundial se organiza en la Argentina, se hace en Buenos Aires. Pero Rosario es fantástica, y lo único que quiero es que Lucha disfrute acá de su familia y de sus amigos. Y poder sacarse esa mochila que todos le cargan; ella sabe que tiene varios hombros en donde apoyarse: el cuerpo técnico, sus compañeras, su gente.
¿Cuál es la meta global, definitiva? Algo que exceda al título mismo.
Hasta hoy existen dos equipos que marcaron la historia del hockey femenino mundial. Uno fue la Australia de Ric Charlesworth, que ha ganado todo desde 1994 hasta 2000, y el otro fue la Holanda de Marc Lammers, campeón del mundo en 2006 y olímpico en 2008. Ambos fijaron un lineamiento en este deporte, con un nivel superlativo y lejos de los demás en cuanto a rendimiento. Soñamos con conformar un seleccionado así, uno que quede en la historia y deje una huella. No quiero que nos creamos los mejores del mundo, quiero sentir que somos los mejores del mundo.
Fuente: Canchallena.com