Ya todos la extrañan, pero aún quedan dos partidos para disfrutar la magia de Luciana Aymar. La jugadora que escribió su propia historia dentro del hockey y le puso su sello inigualable, va a jugar su último clásico cuando hoy Las Leonas se midan ante Holanda por las semifinales del Champions Trophy de Mendoza.
En una clara muestra de que Lucha trascendió los colores y es admirada en todas partes del mundo, la Federación Holandesa de Hockey se acercó a Luciana para llevarle un obsequio muy especial, que la rosarina aceptó de muy buena manera.
Con el número ocho en la espalda y el apellido Aymar en letras blancas, la camiseta naranja que tantas veces estuvo de la vereda de en frente, por un instante cubrió el torso de nuestra Lucha.
¿Qué hubiese dado Max Caldas por contar con Luciana entre sus filas? ¿Cuántos goles más hubiese hecho Kim Lammers siendo asistida por la mejor de todos los tiempos? ¿Y si la de los festejos alocados hubiese sido Martje Paumen y no Soledad García?
Lo cierto es que muy agradecida, Lucha accedió a posar con la casaca del rival que mañana enfrentará por última vez y buscando nada menos que un lugar en la final del certamen. Con las ganas de tomarse revancha de los últimos cruces, donde las holandesas festejaron tanto en la final de los Juegos Olímpicos como en la semifinal del Mundial de La Haya y de la World League, Luciana volverá a lucir el celeste y blanco de su país.
Y el que le dará indicaciones será Santiago Capurro, y la que se alegrará por sus pases gol será Carla Rebecchi, y la que la abrazará para gritar fuerte los goles, será su amiga Delfina Merino, por qué por suerte, Lucha es Argentina y juega para Las Leonas.
Foto: Gentileza Hockey.nl