La mendocina de oro

Es­pe­ró por mu­cho tiem­po es­te mo­men­to. De­jó a sus se­res que­ri­dos pa­ra cum­plir su ob­je­ti­vo y su sue­ño de ni­ña: ju­gar en Las Leo­nas. Por esos sus ojos bri­llan y no de­ja de son­reir. Sil­vi­na D’E­lía, es­tá fe­liz. Re­cién lle­ga­da de Aus­tra­lia, don­de con­si­guió la me­da­lla de oro con Ar­gen­ti­na.

“Ten­go mu­chas sen­sa­cio­nes mez­cla­das. Re­cor­dé to­do lo que su­frí, los mo­men­tos en que via­ja­ba y te­nía que de­jar a mis se­res que­ri­dos. Por suer­te las co­sas sa­lie­ron bien y es­toy muy fe­liz por es­te tí­tu­lo”.

Acom­pa­ña­da por su her­ma­no San­tia­go y su ami­ga Mer­ce­des, Pity cuen­ta por­qué re­cién aho­ra se sien­te una Leo­na: “Por más que ya ha­bía estado en otras dos Cham­pions Trophy, es­te es el pri­mer tor­neo que jue­go to­dos los en­cuen­tros y me sen­tí im­por­tan­te pa­ra el equi­po”.

–¿Qué cam­bió pa­ra que aho­ra seas una Leo­na?
–La con­fian­za que me dio el en­tre­na­dor (Car­los Re­te­gui) fue fun­da­men­tal. Yo siem­pre me pre­pa­ré pa­ra es­te mo­men­to y sa­bía que te­nía que es­tar tran­qui­la a la ho­ra de ju­gar, por­que mis me­jo­res par­ti­dos son y fue­ron cuan­do la gen­te con­fió en mi.

–¿Esa con­fian­za que te brin­da­ron fue cla­ve pa­ra que vos fue­ras ti­tu­lar?
–Yo siem­pre su­pe que el en­tre­na­dor que vi­nie­ra a reem­pla­zar a Ga­briel Mi­na­deo me iba a dar una opor­tu­ni­dad. Por suer­te lle­gó Car­los Re­te­gui, quien des­de que lle­gué a Bue­nos Ai­res me brin­dó to­do su apo­yo.

–Da la im­pre­sión de que va­lo­rás más la con­fian­za que te die­ron que tu pro­pio es­fuer­zo. ¿Es así?
–Siem­pre es im­por­tan­te que te den con­fian­za. Yo siem­pre me sa­cri­fi­qué y en­tre­né al má­xi­mo, pe­ro veía o sen­tía que mi es­fuer­zo no se va­lo­ra­ba. Has­ta que lle­gó el Cha­pa (por Re­te­gui) y me di­jo que si yo me es­for­za­ba y de­ja­ba to­do en la can­cha iba a ju­gar.

–¿Qué sen­tis­te cuan­do en­to­na­ron el Him­no y em­pe­zó el par­ti­do?
–Fue in­creí­ble. Ima­gi­na­te que fue mi pri­mer par­ti­do de ti­tu­lar y en un tor­neo im­por­tan­te. Ju­gué de cen­tral, por­que an­te Chi­na la de­fen­sa de­fen­dió con lí­nea de tres y por mí pa­sa­ron to­das las ju­ga­das im­por­tan­tes. Aun­que es difícil de creer, en­tré a ju­gar muy tran­qui­la. Ahí me sen­tí real­men­te una Leo­na.

–¿Por­ qué?
–No es fá­cil ju­gar, de­fen­der es­ta ca­mi­se­ta y ade­más ser útil. Y a lo lar­go de es­ta com­pe­ten­cia pu­de apor­tar lo mío.

–Se te vio muy bien fí­si­ca­men­te.
–Sí y eso se lo ten­go que agra­de­cer mu­cho a Luis Ba­rrio­nue­vo.Se dio cuen­ta de que yo es­ta­ba ha­cien­do mu­cho es­fuer­zo y siem­pre es­tu­vo a mi la­do.
–¿ Cuál fue el par­ti­do más di­fí­cil?
–An­te Ho­lan­da, es un clá­si­co y es el par­ti­do que na­die quie­re per­der.

A los 16 años Pity fue con­vo­ca­da por pri­me­ra vez a Las Leo­nas. En esa épo­ca el téc­ni­co ar­gen­ti­no era Ser­gio Vi­gil, quien di­jo que D’E­lía iba a ser la su­ce­so­ra de Ce­ci­lia Rog­no­ni. So­bre si es­to fue un mo­chi­la pa­ra ella, Sil­vi­na di­jo lo si­guien­te: “En esa épo­ca lo to­mé co­mo un ha­la­go, aho­ra creo que fue una mo­chi­la”.

–¿Vol­ve­rías a re­nun­ciar al se­lec­cio­na­do co­mo aque­lla vez?
–Yo jue­go pa­ra di­ver­tir­me y cuan­do to­mé la de­ci­sión de no es­tar más, fue fun­da­men­tal­men­te por­que la es­ta­ba pa­san­do mal.

–¿Es muy difícil ju­gar en el se­lec­cio­na­do ar­gen­ti­no sien­do del in­te­rior?
–Lo que pa­sa es que la ca­be­za de una es­tá en otro la­do. No po­dés dis­fru­tar na­da. Pa­ra las del in­te­rior es más di­fí­cil.

–¿En­ton­ces, pa­ra ju­gar en Las Leo­nas hay que vi­vir en Bue­nos Ai­res?
–Me due­le pen­sar y de­cir es­to, pe­ro es así. Allá te de­di­cás a ju­gar so­la­men­te y lo ha­cés con­tra las me­jo­res.

Julieta Médici se merecia estar en el mundial

En primer lugar dio un consejo a las nuevas Leoncitas mendocinas que viajarán el domingo al Mundial Junior en Boston, Estados Unidos. “Si algo tengo que decirles es que disfruten porque se juega un solo Mundial junior. Yo no lo supe disfrutar.” Luego agregó: “Es muy injusto que Juli Médici no viaje. Para mí era una de las mejores, así que espero que no se desanime, que continúe entrenándose porque juega muy bien. Es una genia.”

De todas las jugadoras que han apoyado a D’Elía es difícil no nombrar a Lucha Aymar. “Me ayudó mucho, no sólo me ha dado consejos en el hockey sino también como persona”. Pero con quienes más se entiende la ex jugadora de Marista es con las hermanas Sruoga, compañeras en GEBA y en la selección nacional. “Soy muy amiga de las dos, me llevo mejor con Josefina aunque también soy muy amiga de Daniela.”

Más tarde comentó: “A Mendoza lo que le falta para tener el nivel de juego de Buenos Aires es tener más gente que practique hockey”. En el certamen metropolitano, donde actualmente se desempeña, es muy común ver clubes que tienen varios equipos de la misma división. Para lograr eso en Mendoza es necesario implementar programas que capten gente interesada en la disciplina.

“Por ejemplo Rosario hace clínicas de hockey permanentemente con jugadoras que se han destacado a nivel nacional. De esa manera muchas nenas se acercan”, agregó Pity.

“Le agradezco mucho a mi familia, a mi club, Marista, que es como mi segunda casa, a mis amigos y a mi ex novio que me dio el empujón necesario para irme a Buenos Aires”, finalizó.

FUENTE DIARIO UNO